Me desvelo a las 2:54 y no puedo dormir, así que me levanto y me preparo una infusión relajante. Un pájaro emite una especie de gorgeo insectil en el patio de atrás. A esta hora la noche habla mil idiomas. Me he despertado con las piernas y la mandíbula agarrotadas, con la sensación de ser un animal con las patas atrapadas dentro de un cepo. Me sucede a menudo. El primer instinto es apretar y soltar los músculos repetidas veces… pero no funciona y la vorágine comienza. Me posee una rabia de años y tengo que levantarme a distraer a mis fantasmas. Soy muy poco hábil a la hora de zafarme de ellos. El pájaro cesa su canto. Me asomo a la ventana y el mundo está detenido. Se ha congelado el tiempo en mitad de la vida. Siento las mandíbulas estáticas, las piernas y los brazos tiesos, las vísceras presas y llenas de hiel… El pájaro vuelve a gorjear tímidamente y otro le contesta con un canto melodioso. Ofrecen un precioso concierto nocturno para nadie. Me pregunto qué estarán diciendo o si su decir no es decir sino una simple belleza sin nombre. Yo olvido el mío en cada desvelo.
«Ofrecen un precioso concierto nocturno para nadie». Estoy convencido de que cantan a las personas con corazones grandes como el tuyo.
Espero que estés bien.
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